lunes, 4 de noviembre de 2013

Principio, medio y final.

Hace miles de años, el espíritu Vida se vio ahogado por el aroma del romanticismo al conocer a la musa Sueño. Esta musa, se dedicaba a vagar errante en la oscuridad continuamente y el misterio que desprendía era tan embaucador, que Vida cayó rendido a la ignorancia de ser presa enfermiza del amor.
Cada noche, este espíritu dotaba de vitalidad a su amada y juntos, podían visitar cientos de miles de mentes, de cualquier época, civilización y lugar, no existían límites para ellos. Los sueños cobraban vida y las personas eran víctimas de estos encuentros.  
Hasta que un dios hizo aparición ante ellos. Sueño empezó a preguntarse por qué no podían regresar a ciertos humanos, por qué les era negada la entrada si ya lograban visitarlos anteriormente, no podía explicarse este hecho, sin previo aviso, desaparecía cualquier tipo de acceso. Expuso sus dudas a su amante, el cual, le respondió: Dios Muerte se los lleva a su guarida y allí no se nos permite entrar.
“¿Quién era ese Dios tan enigmático que lograba adentrarse de tal forma en aquellos cuerpos de modo que no regresaban jamás? ¿Acaso nadie tenía el valor suficiente para escabullirse? ¿Ni siquiera Vida?” Tan poco era lo que sabía sobre él, que no tardó en proponerse que sería ella quien lograría hacerle frente y salir victoriosa, pero lamentablemente, a medida que averiguaba la historia de este dios, Sueño también cayó presa de la enfermedad del amor…y fue tal la fuerza de este hechizo, que sin dolor no dudó en despedirse de Vida.

Fue así como Muerte pasó a ser conocido como el eterno sueño, puesto que Sueño se había sacrificado para vivir por siempre con su enamorado.

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