domingo, 13 de octubre de 2013

¿Por qué no nos despedimos?


Cuando te fuiste, el invierno llegó más fuerte y frío de lo que nunca antes imaginé. Seres desconocidos habían sucumbido a esta especie de castigo glacial del que todos eramos conocedores desde tiempos ancestrales por los murmullos del viento.

Cuando la nieve comenzó a caer en mi ventana, recordé tus advertencias, e ignorando tus palabras, continué creyendo que la primavera sería eterna y yo inmune a su paso...Hasta que los colores sucumbieron al desierto blanco del mes de enero.

Cuando me anunciaron tu partida, la ausencia de vida llegó. Te llevaste la primavera, los colores y mi ferviente creencia de que nunca te irías y de que, en el impensable caso de sucediera, el deshielo sería inminente.

Cuando dejaste mi cuerpo mortal a merced de una ventisca helada, deseé hibernar recordando tus poesías y en lugar de eso, continúo tiritando al ver como numerosas criaturas bailan bajo el sol, arrepentida de no haberlo hecho cuando aún estábamos juntos.