sábado, 4 de abril de 2015

Murió mi poeta lejos del hogar

Hace un año desde la última carta que te escribí, y al echar la vista atrás, concluyo con la irónica moraleja de que lo tuyo es pasar, pasar haciendo caminos. Caminos sobre la mar.

Y sobre aquellas sendas de salada espuma, ondeas con fuerza el viento para continuar el viaje, aquel por el que te fuiste. Ese del que sólo tú sabes la ruta.

Quiero pensar que sigues amando la enfermiza belleza de los versos y al cielo azul que cubre la inmensidad de los continentes que en su día recorriste con los sueños aún intactos. Quiero que seas el hombre que levantaba el puño victorioso al escuchar poemas de Machado y letras revolucionarias de Serrat, aquellas que idealizaban un futuro mejor en un país desolador. Un país de historia gris, parecido a este en el que me dejaste, este que se oscureció con tu partida. Este en el que luchaste hasta el final. Golpe a golpe, verso a verso.

Me gustaría que hubieses decidido volver a ser aquel joven rebelde que fuiste, el que tenía el póster de un científico sacando la lengua en su cuarto y publicidad de izquierdas bajo la cama. Ese que forraba las carpetas con recortes de revistas y que rellenaba las mismas con poemas a medio crear. Rimas que olían a tinta de máquina de escribir, osada métrica libertina que sólo podía pronunciarse a escondidas.

Ese que aun con el pasar de los años, se le seguía quebrando la garganta al cantar en alta voz: "Cuando el jilguero no puede cantar, cuando el poeta es un peregrino, cuando de nada nos sirve rezar...¡Caminante no hay camino, se hace camino al andar!" y entre lágrimas recordaba que al igual que sus ídolos, nunca persiguió la gloria.

Con la prosa de este año quiero recordarte que la silueta de tus ojos al sonreír se mantiene viva en mi memoria a pesar de la sombría dictadura de nuestra última época juntos. Ya no te culpo por prolongar tu vuelta al mundo ni por no responder a la carta del año pasado. No te culpo por no volver la vista atrás, he caído en la cuenta de que esta libertad es únicamente tuya y de nadie más. Porque todo pasa y todo queda.

Caminante no hay camino, sino estelas en la mar.