domingo, 29 de junio de 2014

It's all for you, everything I do.

Dime que no nos separaremos. Porque en esta noche negra como el carbón estamos solos tú y yo en un contexto que me remonta años atrás, cuando tus ojos brillaban como dos estrellas solitarias inundadas por humo similar al de galaxias lejanas, pero de tabaco. Mirándote me doy cuenta de que en otro tiempo sí que podíamos viajar a ese espacio violeta tan efímero e interestelar, sólo necesitábamos un coche de segunda mano con el que recorrer todas las carreteras que las ruedas sepultaban para no volver a desenterrar jamás. La niebla de tus cigarros hacía que los planos en los que nos sumergíamos se convirtieran en una canción de Lana del Rey, nadando por la carretera con un coche como único bote salvavidas, éramos jóvenes. Parece que fue en otra vida, tengo la sensación de que ya no puedo seguir, ahora los viajes al espacio se han extinguido, con el paso de los años los hemos ido aniquilando hasta devastarlos por completo, tu mirada está cansada y tus manos no se deslizan del volante a mi muslo desnudo. Y no estoy preparada para despedirme, porque sigo mirando las estrellas cuando paramos a dormir en mitad de la nada más eterna, como cada noche oscura en la que mirarte es mi monótona esperanza para aplazar lo inevitable. Dime que no nos separaremos, es mi ultimátum más irrevocable. Cuando nos alcance el día estaremos perdidos y no tendremos a dónde ir, pero hoy. Hoy tengo que decirte, cariño, que si permanecemos juntos en esta solitaria noche interminable haré lo posible para que el depósito continúe lleno. Cruzaremos la línea de meta y para cuando lleguemos, no te habrás dado cuenta de los obstáculos que he esquivado por los dos, porque tu mirada se mantiene desafiante al otro lado del cristal, buscando la salida más rápida para escapar de esta autopista desértica. Entre cenizas de las que no resucitará nadie, dormitarán inmortalmente las huellas del tabaco que has esparcido por un cenicero que venía incorporado desde los inicios. Deja que la música suene cada vez más alto, lentamente, repasando nuestras venas, esas por las que aún circula nuestra sangre. Deja que los esqueléticos y desnudos árboles nos miren suspirando por nuestro amargo destino. Déjame a mi todo el rollo de continuar, encárgate de seguir manejando el volante. Da igual que hayan baches y señales de stop. Deja que el viento estalle de frente con nuestros brazos apoyados en el parabrisas, paralelamente, cada uno en una punta. Deja que enferme de Alzheimer si se trata del adiós. Olvidemos que los años han pasado, olvida que las palabras ya no circulan entre nosotros si no son para resonar como una de tantas discusiones que acaban fatídicamente, haciéndome llorar cuando la noche termina y el día nos bebe. Aprovechemos la oscuridad para acelerar en esta recta firme en la que somos los únicos supervivientes. Dime que no nos separaremos, te necesito hasta el final de los tiempos. Olvida que todo tiene un final, entre nosotros sólo hay un reposabrazos. No te pares ahora, yo tampoco lo haré, no cerraré los ojos cuando nos estrellemos. Sigue, no pares. Olvidaré los altibajos, culparé a la sobredosis de pastillas que flotan etéreas por nuestro organismo desde épocas gloriosas. Recordaré las camas de motel en las que hacíamos el amor y la desolación y todo, pero dime que no nos separaremos.