-Hace apenas un año desde que
la nave alienígena aterrizó en nuestro planeta. Los
científicos más cualificados de nuestra especie fueron
reunidos en una cámara secreta desde entonces. A día de
hoy, desconocemos su auténtico paradero, lo que sí
sabemos es el desarrollo de sus estudios.
-¿Quieres decir que debemos
conformarnos con la información que se nos da a cuentagotas?
Una nave de dimensiones estratosféricas se detuvo en los
desiertos de Arabia y lo único que te limitas a repetir como
un papagayo son las declaraciones oficiales del gobierno de los
Estados Unidos. Primero tuvimos que escuchar suposiciones blasfemas
sobre armas secretas de los terroristas. Luego, cuando vieron que la
población mundial no era capaz de creer semejante patraña,
anunciaron que enviarían a un numeroso equipo militar a
investigar y ¡qué casualidad! Desde entonces, todo lo
relacionado con los visitantes extraterrestres lleva un sello oficial
de la Casa Blanca.
-Será porque son los únicos
que pueden desarrollar la indagación sin provocar un caos
absoluto sobre la raza humana. Mira, no quiero dejarte en evidencia,
pero sabes perfectamente que son los que mejor pueden llevar a cabo
semejante hallazgo. A día de hoy, continúan
inspeccionando cada milímetro de los robots que ocupaban la
embarcación, lo que no pretenderás que hagan es que
digan todo lo que piensan sin estar completamente seguros de sus
avances.
-Querrás decir sin que el
Presidente dé su aprobación ¿no?
-La nave, al igual que sus
pasajeros, deben continuar ocultos.
Por aquel entonces la Tierra hervía
de vida humana. El mundo había evolucionado significativamente
desde el siglo XXI hasta su más irreconocible transformación.
Las ciudades habían terminado creciendo hasta hacerse casi con
el territorio absoluto del planeta, apenas quedaban paraísos
naturales y estos eran conservados como patrimonio de incalculable
valor, apartados lo máximo posible de la contaminación
urbanística. De modo que, cualquier tipo de flora al alcance
de nuestras manos y ojos, era evidentemente artificial, comestible y
productor de materia orgánica. Los edificios de nuestras
ciudadelas rozaban sin esfuerzo alturas vertiginosas, los desniveles,
formas, materiales y características podrían definirse
como una China futurista totalmente desequilibrada con luces de neón.
Por el aire, asquerosamente opaco y gris como una niebla imborrable,
podían verse carteles luminiscentes y naves de transporte
surcando los vientos al mismo tiempo que rozaban los rascacielos, muy
pocos tenían permisos para conducir tales vehículos,
pero si por casualidad pertenecías a cualquier tipo servicio
gubernamental dedicado a la defensa de la nación, entonces
tenías los medios para alcanzar dicho privilegio. La
superpoblación había llegado a tales extremos, que las
infraestructuras no se limitaban a los continentes conocidos, y en
contra de las suposiciones de nuestros antepasados, tampoco nos hemos
visto en la obligación de abandonar el planeta. A decir
verdad, aún no hemos llegado a conocer tales medios. Como iba
diciendo, la superpoblación pasó a ser uno de los
problemas más graves de nuestra civilización y a pesar
de que nuestras infraestructuras retaban a la elevación
habitual, esto no era suficiente. De modo que se aprobó un
plan de mejora dedicado a la cimentación de ciudades
submarinas con base en la tierra superficial, evitando de este modo
la catástrofe que se nos avecinaba en lo referente al exceso
de población.
Progresábamos en nuestras
embarcaciones al sistema solar, descubrimos el tipo y las clases de
vida que antiguamente se produjeron en Marte y hemos logrado
incontables avances astronómicos, pero todavía no había
ni rastro de vida inteligente con la que comunicarnos.
Hasta El Día R-23
El Día R-23 fue el día en
el que, tras siglos de búsqueda e incógnitas, ellos
o mejor dicho, sus máquinas, llegaron a la Tierra. Fue
entonces cuando empezamos a degradarnos poco a poco hasta ahora.
Supongo que no hay un nivel más bajo que lo que somos
actualmente.
Base militar en Oceanía. Día
R-23
Puede que todos supieran que este
momento llegaría, pero sin duda, nadie tenía la certeza
de cuándo se iba a producir semejante suceso. Y fue esta misma
incredulidad ante el desconocimiento y siglos de suposiciones que
perdían credibilidad con el paso de tiempo, lo que provocó
una paralización general de los estamentos más
influyentes y poderosos cuando finalmente su presencia se hizo
irrebatiblemente real ante sus ojos. Hacía escasos días
desde la llegada de Eni a casa desde su última embarcación
extra planetaria sin novedades patentes hasta el momento, y el
resultado de las pruebas del estudio de materiales extraídos
de Júpiter tampoco es que predijeran una posdata profética
con la que cambiar el rumbo de la humanidad. Eso es lo que
terminarían por dictar los informes de sus superiores. Pero no
estaba dispuesta a mantener la frialdad en sus venas apartando la
vista esta vez. No después de conocer a sus acompañantes.
Así que se dirigió a la oficina de jefe de su
departamento, con paso firme y mirada tenaz hacia los azulejos
luminosos y transparentes de los pasillos que la conducían
hasta su destino. Procuró disipar la rabia contenida de su
cuerpo para mantener la compostura y hacer acto de lucidez llegado el
momento, no podía permitirse el error de parecer sumida en un
ataque de histeria y que todo el valor empleado quedase en la nulidad
más patética. Apretó los puños
sacudiéndolos acto seguido en un intento de tranquilizarse y
buscó finalmente el chip incrustado en su pecho, brillando con
un destello azul celeste hipnotizante, lo necesario para recordar que
continuaba con vida, pues aquel reflejo dejaría de centellear
el día de su muerte enviando una señal al Estado de su
fallecimiento así como hora y lugar. Decidió respirar
profundamente y sus pasos pasaron a inhabilitar toda señal del
exterior a medida que se acercaba a su superior, ya casi podía
ver la puerta corrediza deslizarse permitiéndole el paso para
reunirse con él. Hasta que su destino obtuvo la señal
que cambiaría el rumbo de su futuro.
“-En directo desde la centralita,
confirmamos el aterrizaje de un objeto volador no identificado con
destino la Tierra. Activados todos los protocolos de emergencia,
mantengan la calma y esperen nuevas indicaciones”
El mensaje pasó a escucharse
alrededor de todo el edificio, una luz roja y parpadeante invadió
las instalaciones como olas de sangre que iban y venían a la
orilla. Los soldados más inferiores formaron filas ordenadas
para luego acudir a las salas de programación de próximos
movimientos. Un cúmulo de personas se asomaron desde sus
habitaciones impacientes por recibir órdenes que acatar.
Varios focos de impresionantes dimensiones podían visualizarse
en el exterior, en mitad del océano, proyectando todo su
esplendor sobre la base submarina en la que la tensión parecía
acumularse por centésimas de segundo. La claridad llegaba a
resultar incómoda y se introducía de pleno a través
de las paredes transparentes de la construcción militar. Miles
de especies acuáticas nadaron ahuyentadas ante súbito
golpe de luz y un par de submarinos salieron disparados en dirección
desconocida dejando tras de sí un rastro burbujeante debido a
la presión. Ya casi estaba dentro de la sala de su superior
hasta que el aviso fue anunciado por aquella voz robótica y a
pesar de que, desde entonces no se había movido ni un ápice,
un impulso que invadió su alma le obligó a que se
girase para poder contemplar algo que definitivamente cambiaría
el discurso que se había repetido una y otra vez. Una decena
de hombres perfectamente armados e intachablemente protegidos con
armaduras ligeras e impecables, rodeaban a alguien que parecía
haberse saltado las normas en la superficie, en las ciudades
terrestres. La joven miró a Eni fijamente con una falta de
escrúpulos que rozaba la intimidación más
primitiva. En ese instante no supo ni siquiera cómo sentirse,
sólo sabía que la sinceridad de su mirada la había
desconcertado sobremanera, más de lo que nunca antes había
sentido. Por un segundo, llegó a creer que conocía a
aquella joven de antes. De mucho antes.
-Han llegado, Eni.
Eni parpadeó entonces
sorprendida ante la voz grave que la reclamaba desde el interior del
despacho dejando atrás el encuentro con la desconocida. Estaba
aturdida, aunque justificó el hecho al caos que se había
producido desde el anunciamiento de la llegada del ovni.
-Eso parece, comandante.
El superior tomó asiento tras
la inmensidad de su mesa apenas ocupada por un dispositivo programado
para activar las funciones de todos los aparatos que ocupaban el
habitáculo.
-El resto de directivos están
tomando el control de la situación. Las unidades están
cumpliendo con los objetivos previstos.
-¿Y mi tripulación,
señor?
-Deberás conducirla hasta
Arabia, es allí donde creemos que aterrizará la nave
alienígena. De momento no sabemos si se trata de una artimaña
bélica de nuestros enemigos, por ello he decidido que sea tu
compañía una de las que acudan al desierto.
-Nos mantendremos a la altura de las
expectativas. -Eni notó que su sangre salía disparada a
todos los recovecos de su cuerpo desde su agitado corazón
emocionado. Prácticamente desde que tenía razón
de ser, supo que quería dedicar sus días a la
investigación de extraterrestres, aunque muy a su pesar, nunca
había logrado su meta. Hasta el Día R-23. Se dirigió
a la salida, dispuesta a organizar y reunir a su tropa en una nueva y
emocionante ruta en la que nadie tenía ni la más remota
idea de lo que les depararía el futuro. Estiró el brazo
y a continuación, miró al superintendente algo confusa,
deseando resolver una duda que tenía la intención de no
dejarla descansar- Señor ¿quién era la detenida
escoltada por los guardias de la sección 454?
-Una periodista que ha estado
investigando terreno hostil. Creemos que es una espía que
trabaja para el bando erróneo.
-¿Existen pruebas de dichas
suposiciones?
-Estamos en ello.
Salió del despacho con un
sabor amargo tras aquella última oración demoledora.
Conocía más que de sobra lo que se escondía
entre las líneas de dicha afirmación. La muerte. Sin
cuerpo, no hay declaraciones en contra del sistema de defensa que
tanto respeto y galardones se había forjado a lo largo de la
historia. No quiso distraerse con un caso tan inverosímil que
era, a fin de cuentas, como un grano de arena perdido en la
inmensidad de la playa. Debía centrarse en su equipo altamente
cualificado. Hizo entonces un llamamiento sensorial al grupo de
mujeres que constituían sus filas y al cabo de unos minutos,
todas ellas acudieron al centro donde se alojaban las naves
reservadas a la cuadrilla. Y ni aún allí, rodeada de su
única familia, pudo alejar de su cabeza la mirada de la
prisionera.
-Esperamos nuevas órdenes, mi
comandante.
La líder permaneció
pensativa durante un periodo indefinido. Las hembras se miraron unas
a otras sin saber del todo hacia dónde dirigirse, luciendo sus
trajes impolutos con la magnificencia de guerreras bárbaras
descritas en las historias antiguas. Sus armas descansaban alrededor
de sus cuerpos dispuestas a ponerse manos a la obra de un momento a
otro, insaciables, ansiosas. Un exhaustivo entrenamiento las había
formado como envidiables luchadoras ágiles y eficaces hasta el
día de hoy. Todas sus misiones eran superadas con éxito.
Eni continuó con su proceso de recapitulación de
estrategia a llevar a cabo y entonces, fuera de todo pronóstico,
les dio la espalda y dijo:
- Estad alerta y procurad que nadie
pueda rastrear vuestros movimientos.
Las féminas, sin ningún
tipo de objeción con las que persuadir a su capitana,
obedecieron la tarea encomendada sin dudar de que los motivos que
habían arrastrado a su líder, merecían
discreción y confidencialidad. Su habitual copiloto, tomó
el mando de la misión y comenzó a dirigir a cada una a
sus puestos correspondientes y con toda seguridad, tras ver a su
amada correr, sabía que algo estaba cambiando. Le seguirían
guardando una lealtad inquebrantable, fueran cuales fueran las
consecuencia.
Apenas se detuvo, ni siquiera
después pudo recordar con quienes se había cruzado por
el camino, estaba demasiado concentrada en no echarse para atrás
ante su sorprendente cambio de rumbo. Si finalmente lograba lo que
tenía en mente, no sólo habría puesto en peligro
su rango en el organismo sino también el de sus subordinadas y
eso sí que la arrastraría hasta el inframundo, sería
algo que jamás podría perdonarse. Al llegar, se aseguró
de que nadie en los alrededores pudiera identificarla como sospechosa
en caso de futuro plan fallido. Las cámaras estaban demasiado
ocupadas en observar a los soldados de la base y pasaban por alto la
vigilancia que residía en las celdas debido a la alta
seguridad de las mismas. No había escoltas, era algo que había
pasado a ser innecesarios hacía cientos de años. Cruzó
la cúpula que la separaba de los detenidos e introdujo los
datos necesarios para verse rodeada de prisioneros preventivos
esperando ser enviados a cárceles de niveles variables
dependiendo de la confirmación de sus crímenes. Nunca
había pisado estas instalaciones, tampoco se había
visto en la necesidad de visitarlas a lo largo de su carrera, en el
techo semiesférico había dibujado una especie de cielo
estrellado similar a los planetarios que milenios atrás,
disfrutaba la especie humana en los museos. La luz procedente de las
constelaciones artificiales, eran el único punto luminoso que
habitaba en la sala, el resto, era sólo oscuridad. Era como
estar perdido en un suburbio de poca monta con cientos de ojos
diminutos atravesándote a años luz. Cada cubículo
estaba ocupado por una persona y las paredes de cada uno de estos
habitáculos consistían en una barrera invisible que, en
caso de presunta huida, mandaba una terrible señal imparable a
tu cerebro hasta hacerlo estallar. Si pretendías escapar, es
que eras indudablemente culpable de lo que se te acusó. Eni,
con el parpadeo estelar y la luz vibrante de su pecho, miró
exhaustivamente a los encerrados, hasta que la mirada que no había
conseguido olvidar, volvió a hacerse real frente a ella. A
pesar del espesor de la negrura, pudo reconocer aquellos ojos
inquisidores que le revolvían la conciencia de todas sus otras
vidas pasadas. Algo indescriptible la había arrastrado hasta
ella,hasta su mirada cortante y frágil como el vidrio. Se
acercó aún más y tuvo la certeza de que ya había
conocido a la joven, aunque no acertaba a localizarla en los
recuerdos de su memoria, existía un vínculo anterior
completamente fiable y sin explicación que la obligó a
sentir la necesidad de retroceder hasta las celdas y rescatarla.
Porque no había ninguna otra razón por la que asumir
semejante riesgo que la demencia de un impulso caritativo.
Introdujo un código vocal a
la cerradura virtual de la cámara y acto seguido, la frontera
que las separaba se convirtió en aire completamente
inofensivo. Algunos de los combatientes tenían acceso a esta
clase de datos por si los criminales necesitaban una dosis de
violencia que les hiciera confesar sus actos sin necesidad de gastar
dinero y medios en recoger pruebas. La miliciana le hizo una señal
para que avanzara sin miedo hasta ella, escrutó su rostro y
pronunció tajante:
-Dame al menos un razón para
convencerme de que sacarte de aquí merece la pena.
La hasta entonces prisionera,
mantuvo la mirada, impasible tras la frase que la separaba de la
libertad. No sabía si tenía que fiarse o no de la chica
que supuestamente iba a liberarla y múltiples preguntas
cruzaron su mente como una lluvia letal de flechas. Entonces,
inesperadamente, la soldado la cogió de la muñeca y la
miró nuevamente a los ojos, presionando las yemas de sus dedos
sobre sus venas y arterias.
-Confía en mí.
Los vasos sanguíneos de la
presa latieron como si la circulación se le estuviera
debilitando. Eni giró la muñeca de la susodicha y fijó
la vista en que la venas de ese punto de su cuerpo, brillaban como
cables de neón poniéndose a salvo. No se había
dado cuenta de que, cuando apretó su piel, un leve crujido
hizo poner la voz de alarma al sistema sanguíneo de la
arrestada. Lo que ella no sabía era que, la periodista
guardaba, precisamente en ese punto, la prueba no encontrada que la
había condenado a la muerte.
-Ellos ya han estado aquí
antes.
-¿Te refieres a los aliens?
-preguntó con los ojos entrecerrados, obnubilada ante lo que
creía que había supuesto en base a aquella breve
información. No podía creer lo que aquella mujer estaba
afirmando con tanta convicción y seriedad. Era totalmente
imposible, jamás se habían tenido informes al respecto
de tales encuentros con vida procedente de otro planeta. Eni soltó
la mano de la recién liberada, incrédula y desconfiada,
y entonces sus arterias dejaron de refulgir tras un fogonazo en el
que por arte de magia, parecieron regenerarse de la rotura
involuntaria que había tenido lugar escasos segundos atrás.
El silencio se prolongó entre ambas,estirándose
mientras creaba una escena de análisis de la una o la otra en
mitad de la oscuridad más basta y tensa que habían
vivido hasta el momento. Las incertidumbres sobre la que acababa de
salvar palpitaban sin demora en la espera de verse saciadas de
respuestas, nunca antes había visto un sistema de regeneración
tan rudo y sensible que podía encenderse, apagarse y romperse
con tan inofensivo roce, ella estaba más acostumbrada a
sutiles prendas que impedían cualquier clase de rasguño-
¿Qué eres?
Un pitido descomunal invadió
todos los recovecos de la base. Los focos de luz volvieron a
parpadear nuevamente dominando las instalaciones, sólo que
esta vez, sólo quedaban la mitad de los soldados en el
edificio puesto que el resto había salido a la superficie con
órdenes relacionadas con el OVNI. El sonido subía de
tono a cada pestañeo y las mujeres alzaron la cabeza a la
salida del recinto creyendo que habían sido descubiertas, el
resto de encerrados comenzaron a gritar esperanzados de un último
golpe de suerte y el ruido se convirtió en insoportable en
apenas un minuto.
-Debemos salir cuanto antes.
“Aviso desde la centralita.
Alerta. Cerrando herméticamente conductos de huida”
Las puertas de prisión
comenzaron a deslizarse en un deseo imparable de unión. Eni se
acercó a su compañera y le colocó con fugaz
rapidez unas esposas que imposibilitarían la opción de
separarse. Corrió guiada por la desesperación, sin
quitar la vista de la única escapatoria que tenían,
apenas quedaba espacio por el que caber, las paredes metálicas
parecían dos imanes que se resistían a juntarse y aún
así, ya no les quedaba tiempo suficiente. Sacó una
pistola del tobillo y disparó un rayo láser a una de
las barreras que pretendían encerrarlas. Una explosión
púrpura hizo estallar el material dándoles unos
segundos más. Eni saltó, cubierta por cenizas de acero,
logrando su objetivo de llegar al otro lado del pasillo sin apenas
respiración. Su protegida la miró, con los ojos
llorosos asumiendo su futuro, su encierro. La combatiente
correspondió con lágrimas de rabia e impotencia
mientras que el sudor recorría su cuerpo. Los focos iban y
venían con su particular luz escarlata y los jadeos que
empujaban su pecho impedían que soltase un grito ahogado
compuesto por una negación rotunda de dejarla allí.
-Aguanta. Aguanta, por favor
-pronunció a la vez que la apuntaba directamente con el arma
utilizada anteriormente. Cogió aire y disparó. Una
segunda explosión violácea las cegó y para cuando volvieron a abrir los ojos, Eni tiró con todas sus fuerzas de
la cadena aferrada a su muñeca, sujeta a la mano de la
periodista por el otro extremo, en un intento vital de salir juntas
de allí gracias al disparo que había conseguido abrir
minimamente las puertas. Cuando al fin la tuvo al lado, sonrió
como en un ataque de tranquilidad con aire psicótico debido al
impacto sufrido. La muñeca de la chica estaba bañada en
sangre pero ninguna de las dos se dio cuenta cuando se cogieron del
rostro preparadas para correr con la melodía de un fatídico
final sonando en forma de pitido.
Eni asumió el papel de guía
en la carrera, seguida de cerca por su protegida. A su alrededor, sin
saber el motivo, empezaron a cruzarse con escombros de procedencia
desconocida. Tuvieron que esquivarlos con rapidez y agilidad, el
entrenamiento de Eni la ayudó a sortearlos con fluidez, al
contrario que su compañera, cubierta de magulladuras.
Atravesaron múltiples salas comunes totalmente desiertas y
otras que, sorpredentemente, estaban habitadas por guerreros
camuflados en diversos sitios estratégicos, preparados para
disparar en cuanto se vieran en peligro. Ambas pudieron escuchar el
sonido de bombardeos golpeando la sucursal que era toda la vida de
Eni. Y todo apuntaba que de un momento a otro, todo terminaría
en ruinas, reduciéndose a cenizas por el ataque externo de un
enemigo desconocido. El suelo se resquebrajó en varios punto y
estaban sufriendo las estocadas del atacante, cada vez se hacía
más complicado avanzar hasta el compartimento de naves para
poder reunirse con su patrulla. Estaban siendo balanceadas por un
terremoto provocado por el impacto de las bombas. Múltiples
columnas se precipitaron hacia abajo, explosionando y liberando
peligrosos pedazos de cristal por todas partes, ninguna de las dos se
detuvo por ello. Quedaba poco para llegar. Bajaron un par de
desniveles y alcanzaron situarse en un par de saltos equilibristas,
de nuevo, se enfrentaron a una separación que vería la
muerte de una de ellas. Esta vez, Eni tuvo que volver a plantearse un
plan de emergencia en mitad del pánico en el que estaba
sumida, agarrada a un bordillo que sobresalía de la pared,
observó como su amiga estaba apunto de caer precipitándose
a un fin asegurado, metros por debajo. Sujetó con fiereza las
esposas que las mantenían unidas y se aferró a la
cadena negándose a dejarla caer. Cerró los ojos y
suplicó:
-Por favor, aguanta.
Ya lo tenían todo perdido, no
cabía esperanza en estas circunstancias. Nunca llegarían
a salir con vida de la base, terminarían ahogadas cuando las
instalaciones acabaran por ceder al exterior. La periodista abrió
los ojos con brutalidad, marcada por el dolor que le producía
la fuerza de su propio peso presionándole la muñeca,
abrió los labios queriendo decir algo, pero apenas se pudo
entender un silencio salvaje marcado por la certeza de lo que estaba
por venir.
-Mi comandante, su nave le espera.
-pronunció como un rezo milagroso una voz demasiado cercana y
real como para ser una ilusión a las puertas de la muerte.Su
subordinada más leal, su habitual copiloto, la había
estado esperando con la esperanza de volver a verla y sacarla de allí
con vida.
Tras un vertiginoso y peligroso
rescate que terminó con las tres mujeres a bordo del vehículo,
que había subido desde el subsuelo a rescatarlas, pudieron
tomar posiciones en el interior. Eni tomó las riendas del
volante y rodeada de botones luminiscentes apenas pudo percatarse de
lo que sucedió a su alrededor una vez soltada de las esposas.
El mundo bajo el agua parecía un apocalipsis fatal y sin
embargo, era como si estuvieran en una burbuja combatiendo con la
mismísima supervivencia. De repente, algo no encajaba. El
sonido seco y sordo de un cuerpo desplomarse activó sus
sentidos poniéndose alerta y antes de que pudiera volver a
respirar, el frío metálico de una pistola sobre su
cabeza, la paralizó
-Mi nombre en clave es SO,
pertenezco a un cuerpo de elite dedicado al espionaje entrenado por
el pueblo arábico. En mis vasos sanguíneos tengo la
prueba feaciente de que el gobierno de los Estados Unidos tuvo
contacto con extraterrestres hace más de dos milenios.Consiste
en una conversación entre dos políticos que argumentan
el desarrollo de los estudios de unos robots que aterrizaron en una
nave similar a la de hoy, en el mismo desierto de Arabia. Te
recomiendo que cambies el rumbo de tu embarcación, mis
superiores nos están esperando.
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